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Mostrando entradas de agosto, 2015

¿PUEDE SER RICO UN JUEZ?

Somos prejuiciosos con esto. Un juez puede ser rico por diversas razones ajenas a su oficio, antes o durante su cargo. En este último caso, nada obsta a que haga actividades productivas, realizadas con buen criterio y sin utilizar su magistratura ni el tiempo de esta. La sociedad percibe muy claramente, sin embargo, cuando la riqueza de un juez lo compromete en su honestidad. Mi padre, Vicente Amengual Hernández, tuvo una larga trayectoria en el poder judicial, desde escribiente en un tribunal de Caracas hasta su función como Juez Superior del Estado Aragua. No se ganó un solo céntimo fuera de su trabajo judicial hasta 1967 en que fue jubilado. Su vida fue setenta y dos años de austeridad, disponiendo lo estrictamente necesario para una vida decorosa. Esto era un modo de ser, una actitud ante la vida, un estadio espiritual. Amaba ser así y era feliz por ello.

COMITÉ ELECTORES VIVARACHOS (CEV)

Dada la gran importancia de este Comité, como de seguidas usted comprobará, no importa que sus iniciales sean las mismas de la Conferencia Episcopal Venezolana. Es más, en vista de tener objetivos comunes, es posible que el clero contribuya de una o varias formas con el Comité de Electores Vivarachos. ¿Qué debe hacer el Comité? Seleccionar en cada centro poblacional de la magnitud que sea, de cada municipio y de cada estado del país, las necesidades más urgentes, procurando que sean en número par, para evitar problemas. Entonces el Comité las sortea o las divide en cualquier otra forma justa, y le asigna la mitad a los candidatos a parlamentarios del gobierno y la otra mitad a la oposición. Y se las entrega ya, para que tengan tiempo de septiembre al 6 diciembre de concluir todas esas obras. Esos candidatos se desvivirán por cumplir con los electores. Le cumplirán al Comité puntualmente y con esmero, les harán obras de buena calidad y no se gastará ni un centavo (¡bueee!)., A

DE LA FAMILIA CASTEL.

Los abogados somos útiles por muchísimas razones, pero es a consecuencia de la codicia, la ambición, la indiferencia, la desmesura y la deshonestidad, entre otras cosas, que nos convertimos en necesarios en toda sociedad. En la medida que estas perlitas aumenten o disminuyan, en esa misma medida existirán litigios, abogados y tribunales. La familia Castel no entra en esas estadísticas. Al morir el jefe de la familia, el hijo mayor llamó a sus hermanos de la misma madre y a más de media docena de hijos de otras madres (el señor era algo querendón). Puso sobre la mesa un montón de documentos y libretas bancarias. Unos cuantos biyuyos, gruesos de verdad. Si ustedes – le dijo a sus hermanos – consiguen más de esto, búsquenlo y me lo dicen Esto es lo que hay. Nadie dijo nada. Y el hijo mayor de Castel sacó cuentas y repartió todo equitativamente. Luego, sí, entraron los abogados para redactar un simple documento, pero no para iniciar un litigio sin fin, que en nada los benefic

NOTAS SOBRE EL FUTURO ESTADO ESEQUIBO DE VENEZUELA. O territorio esequi-bolivariano (en honor a Simón Bolívar)

Los únicos débiles frente a esta segura reivindicación futura del territorio Esequibo, somos los ciudadanos venezolanos. El desinterés o indiferencia, más que todo. Por eso aún no lo tenemos materialmente. Lo demás está holgadamente a nuestro favor. Estas notas, sin embargo, se centran en la idea de aportar unos pequeños datos legales necesarios para la comprensión del tema. Nada es producto de mis estudios o investigaciones. Lo que hago es exponer varias lecturas que he hecho de autores o personas ligadas a nuestro reclamo, todo ello bajo el afán de dar unas luces de arranque y así probablemente ser  más contundentes en la defensa de nuestros derechos. La primera idea básica es que el asunto Esequibo fue decidido mediante un laudo, conocido como Laudo de París. Todo lo que había sucedido con anterioridad se zanja en ese instrumento legal. Allí nos despojaron de nuestro territorio. Pero ese  laudo, a pesar de ser una decisión de árbitros -digamos jueces – tiene elementos que

ACUERDO EN EL TSJ.

Este martes 11 de agosto del año 2015, mientras esperaba que me entregaran dos expedientes que habìa solicitado en la Secretarìa de la Sala de Casación Civil del Tribunal Supremo de Justicia, leì un extenso acuerdo de esa máxima instancia judicial. Palabras màs, palabras menos, se señala en dicho acuerdo que en vista de la proliferación de expresiones irrespetuosas u ofensivas contra jueces y/o sus decisiones, los jueces debían rechazar los escritos que las contuviesen y no darles curso. Con esto me basta para estas notas. Como abogado que he ejercido privadamente la profesión por muchos años, con abundantes experiencias como juez y directivo gremial, he visto hasta el cansancio desde expresiones màs o menos fuertes hasta algunas verdaderamente desconsideradas hacia jueces de diversas categorías. Y creo que ello no llevò jamàs a un pronunciamiento como el que comento. En consecuencia, no me queda otra alternativa que preguntarme: ¿será que eso ha crecido de tal manera, hasta el pun