Malvados
Fueron inútiles todos los esfuerzos por cumplir a cabalidad con la evacuación total. Los malvados sortearon hasta el último día todas las búsquedas, desatendieron todos los llamados y dejaron pasar todos los transportes. En la reunión del penúltimo día fue que decidieron que se embarcarían. ¿Qué los convenció? Lo que haya sido, sin embargo, no fue nada abrumador. Se lo tomaron con calma, a veces discutían lo mismo una y otra vez mientras se dirigían al sitio de embarque. La voz del líder no resonó como otras veces. Ante la duda vaciló en varias ocasiones. Al final inclinó su voto decisivo por la partida. Estando a unos tres o cuatro kilómetros del lugar vieron a los últimos ya bastante lejos. Eran inalcanzables. Y no había ya nada que pudiera comprobar o detectar desde la embarcación, que ellos cinco se quedaron. Los malvados se detuvieron y descansaron en la inmensidad de la sabana, a pocos metros de una laguna, con los inmensos cerros a lo lejos. Tomaron agua. El jefe sacó un pedazo