¿ Un abogado para una mentada de madre ?
Recuerdo que, a final de los años setenta, un amigo mío visitó a un abogado penalista para que acusara penalmente a un vecino suyo, porque le había mentado la madre delante de varias personas. Una injuria, pues.
El abogado le pidió para el “papeleo” (que término tan bueno) y como adelanto de honorarios profesionales, dos mil bolívares, que vienen siendo más o menos como dos mil bolívares fuertes actuales.
Mi amigo regresó cabizbajo a su casa, seguramente diciendo “!que riñones, dos mil bolívares por una mentada de madre...” o “ si me la nombra diez veces más tendré que entregarle la casa...”. Seguramente, en el mejor de los casos, vendría resignado pensando: “! No jó, después de todo, qué importancia tiene una mentada de madre...”
Creo que antes que ir a casa de un abogado, sea más útil proveerse de un glosario de conjuros o contras, que hay bastantes, por cierto, como aquella famosa “la tuya...” o “la tuya que es mi comadre...” y una un poco más extrema como aquella de “la tuya que salta y brinca, cuando un burro se le afinca...” (disculpen esta última expresión, pero estoy narrando algo que oí muchas veces).
Por mi parte, recomiendo el silencio total o la indiferencia, la llamada “ley del hielo” que pega el doble de una mentada de madre, y que en algunos casos puede venir acompañado con algún suave gesto que la ocasión recomienda.
El abogado le pidió para el “papeleo” (que término tan bueno) y como adelanto de honorarios profesionales, dos mil bolívares, que vienen siendo más o menos como dos mil bolívares fuertes actuales.
Mi amigo regresó cabizbajo a su casa, seguramente diciendo “!que riñones, dos mil bolívares por una mentada de madre...” o “ si me la nombra diez veces más tendré que entregarle la casa...”. Seguramente, en el mejor de los casos, vendría resignado pensando: “! No jó, después de todo, qué importancia tiene una mentada de madre...”
Creo que antes que ir a casa de un abogado, sea más útil proveerse de un glosario de conjuros o contras, que hay bastantes, por cierto, como aquella famosa “la tuya...” o “la tuya que es mi comadre...” y una un poco más extrema como aquella de “la tuya que salta y brinca, cuando un burro se le afinca...” (disculpen esta última expresión, pero estoy narrando algo que oí muchas veces).
Por mi parte, recomiendo el silencio total o la indiferencia, la llamada “ley del hielo” que pega el doble de una mentada de madre, y que en algunos casos puede venir acompañado con algún suave gesto que la ocasión recomienda.
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