HORA DE DESEMPAQUETAR LOS BÀRTULOS DEMOCRÀTICOS.
Nada. Ni un minuto màs. Un solo dìa de celebraciòn hemos tenido, que fue el de ayer, y luego aspiramos a vivir unas navidades en paz.
Pero ya fui a desempaquetar mis bàrtulos democràticos. A limpiar los hàbitos de la democracia, un poco polvorientos y a ponèrmelos.
Atento para apoyar todo lo que se haga para reivindicar nuestra democracia, reedificar el paìs, generar riqueza y atenciòn social. Y presto a oponernos a todo cuanto puedan hacer negativo.
Tengo la convicciòn que nos oiràn, sencillamente, porque o lo hacen o nos terminamos de arruinar.
Medio mundo estarà pendiente de ellos. Los muchachos, esa enorme masa de venezolanos, que no han visto otra cosa que una oprobiosa Asamblea Nacional, necesitan lecciones de democracia, que es tolerancia y respeto.
Ya no màs aplastar al adversario, cerrarle el micròfono o quitàrselo, expulsar a los parlamentarios incòmodos, agredirlos o irrespetarlos. Ya no hay lugar para aquellas vulgaridades o palabrotas ofensivas. Ese lugar es un templo civil.
O dan clase de civismo o se joderàn.
Los que perdieron son tambièn representantes populares y deben ser oìdos el tiempo que sea las veces que sea.
No nos obliguen a abogar por ellos, si acaso proceden de otra forma.
O somos mandelianos de verdad o solo lo decimos por congraciarnos con el mundo.
Ustedes deben saber una cosa: Lo ùnico que se ganò el domingo fue una esperanza. Tantos años de espera solo por una esperanza.
Y saben què son ustedes ?. Ustedes son simplemente los administradores de una esperanza.
Eso era lo que pedìan, ¿no es asì?
Bueno, ahì la tienen. Nosotros haremos nuestro parlamentarismo de las redes, entre otros.
El camino es largo y duro, amigos.
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