LIBERTAD DE EXPRESIÓN.
Este es el derecho más reclamado e
invocado, y posiblemente el menor entendido, quizás el de contenido más
ambiguo.
Muchos gobernantes creen que basta con
que la gente diga lo que piensa, sin interesarse en lo que se expresa.
Otras veces, cuando algunos
gobernantes piensan en lo que los demás expresan, ese interés es solo para
constatar si atenta contra sus ideas o intereses. En buena medida es solo un
camino a la agresión o la cárcel.
La más de las veces se cree que el
derecho a la libertad de expresión es infinito. Y entonces, muchas buenas
causas terminan, lamentablemente, trasgrediendo la ley.
El derecho a la libertad de expresión
no concierne solo a los gobernantes. Los ciudadanos no pocas veces cercenan o
pretenden cercenar a otros ciudadanos ese derecho. Lo minimizan, lo agreden. Entonces muere. Es
propio de estos tiempos. Opinar es ya casi una amenaza para alguien.
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