167 DIPUTADOS
Instalada ya la nueva Asamblea
Nacional – que era algo que ayer en la mañana parecía casi imposible - el
problema de los diputados no juramentados está ya jurídicamente resuelto. Puede
ser un poco agitado pero depende de un simple acto administrativo que se
producirá en pocos días.
Constancia hay de sobra por diversos
medios, cómo en el pasado objeté la forma en que se desarrollaba el ejercicio
del viejo Congreso Nacional. Pero de eso a lo que vivimos hasta el día 5 de
enero hay un abismo. Sencillamente, el poder parlamentario estuvo absolutamente
muerto en estos últimos periodos. Basta con decir eso.
Hoy tenemos 167 venezolanos con una
responsabilidad única en la historia venezolana.
Si los ciudadanos tratamos de
entenderlos, si sabemos exigirles y si sabemos reprocharles cuando sea
necesario, nosotros también aportaremos al futuro.
Si todos los 167 participan en función
de rescatar un país agobiado, el país lo apreciará. Poco a poco, en la medida
que florezca un debate sincero, de altura, participativo, los monstruos que
anden a la caza de causar mal, se auto excluirán. Y, en su lugar emergerán, las
personas sensatas que seguro estoy son mayoría abrumadora en esos 167 escaños y
de todos los partidos.
Y, aunque parezca mentira, si ese
debate y las decisiones se dan con mucha sensatez y calidad, podríamos terminar
dándole al gobierno, si éste oye y entiende los mensajes, una oportunidad para
reflotar. He allí la esencia del tercer punto prioritario del Presidente de la
Asamblea (el cual no entiende Xavier Serbiá de CNN).
Si, por el contrario, todo se
conducirá por lo que se vio en algunos diputados el día de la instalación,
entonces el final será otro. Por la elemental razón que el país no puede
continuar así. La Asamblea Nacional, en esa hipótesis, trabajará a contra
corriente y seguramente el gobierno nada reflexionará y aprovechará de esa
instancia legislativa, que es básicamente orientadora y contralora.
No es difícil. Está en las manos de
los 167 venezolanos más importantes de este momento histórico. O estará en las
manos de la mayoría sensata que entienda ese rol. Y que inexorablemente habrá.
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