¿PARA QUÉ Y POR QUÉ LA ASAMBLEA NACIONAL?
¿Para
qué sirve la Asamblea Nacional?
Se me ocurre colocar un ejemplo como
referencia. Todos sabemos dónde queda la Gran Sabana, la hemos visto en fotos y
videos en sus partes emblemáticas, muchos hemos recorrido algo de ella. Pero
aun así, en su mayor parte está inexplorada, desconocida, para la gran mayoría.
La Asamblea Nacional legisla, realiza
debates políticos, controla a los demás poderes, pero eso no es nada en realidad.
En el antiguo Congreso Nacional, la utilidad del Parlamento se redujo a poco
más de sus funciones constitucionales y legales. En la Asamblea Nacional que
acaba de culminar, sus funciones estuvieron hasta muy por debajo de esos
deberes. Y nula en los esenciales.
Todos los poderes del país deben
rendirle cuentas a la Asamblea Nacional. Y la Asamblea Nacional solo debe
rendirle cuentas a sus electores. Rendir cuentas no es presentar un libraco
gordo y con un lacito, como ha sido en buena medida hasta ahora. Esa sola
función legal, entre tantas, abre un infinito mundo de posibilidades. Desde ese
libraco gordo se pueden hacer investigaciones, sacar conclusiones y exigir
responsabilidades. Y solo me refiero a esa.
La práctica, la vida diaria, además
determinará que la Asamblea Nacional realice muchas otras funciones que la
ciudadanía le asignará, producto de sus necesidades.
Y, por lo mismo que se puede convertir
en un poder mucho más allá de lo hasta ahora existente, es que tratarán de
boicotearla al máximo, de crear confusión para que no trabaje, de impedirle
restituir la democracia.
Si el gobierno tuviese una mejor
vocación de servirle a Venezuela, aprovecharía esta gran oportunidad histórica
para esos fines, en lugar de tratar de torpedearla para que nada se sepa y para
que no se exijan responsabilidades.
¿Por
qué la Asamblea Nacional?
Sencillamente, esa labor no la puede
realizar más nadie en este momento. El porcentaje minoritario de ella se niega
a enaltecer la Asamblea. Y prefiere, en una jornada gris, impedir que algunos
de sus colegas no hablen ni digan. Ausentes, como muertos, pues.
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