LA POBREZA NO ES IGUAL EN TODAS PARTES
Imaginemos un hogar donde hay los dos padres y pongamos dos hijos. Al caer la tarde, el hombre sostèn de la familia, luego de su jornada de trabajo, llega a la casa con un pan (como van las cosas, tendràn que partirlo para dos dìas) y un pedazo de queso. Tal vez algo de carne molida. Para eso alcanza el salario que devenga el padre como obrero en una fàbrica. La familia sabe que eso no es suficiente, pero de alguna forma debe aceptar la nobleza de aquel jefe de hogar que les lleva lo que modestamente gana.
Distinto es otro padre con otra familia del mismo nùmero de miembros, en la que aquel se presenta màs o menos con los mismos alimntos, pero viene de una tarde de farra en el mejor restaurante de la zona, luego de haber estacionado su carro ùltimo modelo en el garage. Y ni que decir de su celular y de sus prendas. Es difìcil concebir aquì tolerancia alguna. Y el trecho a la rabia y el rencor son cortos.
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