ADIÒS A DON PLÀCIDO, EL TERAPEUTA.
Plácido, a quien por los añitos que tiene encima me permito llamarlo con el "don" precedente a su nombre, es un personaje. Don Plácido tiene como una de sus actividades favoritas la de, no sé como decirlo, digamos algo así como "Proveedor de salud emocional a damas de la tercera edad en situación de soledad" y se prepara para ello con especial cuidado.
En ausencia de esos milagros de la ciencia, a los cuales Don Plácido no puede acceder por sus exiguos ingresos, ha acudido al secreto del hueso rallado de un pescado de río que a tales efectos venden, a las suculentas sopas de rabo del mercado principal y a otros truquitos que por allí se emplean.
Ayer me lo conseguí con cara de tribulación. "Que vaina, Vicente - me dijo -ya lo único que puedo comer es yuca sancochada con queso blanco rallao..." Y luego agregó "Pronto solo podré comer yuca, me siento dèbil y hasta caminar me pesa"
Nos despedimos y unos pocos pasos después pensé " Este es el final de un servidor pùblico, ese mismo que a su manera y como podìa , al menos a un grupo reducido de personas, tuvo durante buen tiempo en situaciòn de autèntica felicidad".
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