DE LAS PELEAS CALLEJERAS

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Siempre he sido ajeno, hasta donde es permisible, a lo que sucede en la calle. Pero aunque sea un vistazo se merece una posible pelea buena, hombre a hombre, sin mayores desigualdades y a mano limpia.
Pero las peleas buenas ya casi no se dan. Hoy dìa, cuando algunas personas deciden darse unos golpes, los comentarios de los jodedores que se agolpan alrededor de los contrincantes, resultan ser màs atractivos que la pelea. Uno por allá dice "cuidao se te cae la pintura de labios " y otro por otro lado dice "no le pegues porque se le rueda la toalla sanitaria..."
Recuerdo las peleas de antes, especialmente las que presenciaba en La Pastora, cerca de mi casa, donde acudìa con regularidad a verlas. Me viene a la memoria "carne con papas", un tipo que igual peleaba subiendo la cuesta de una calle de esa parroquia caraqueña o hacia bajo, inclusive sobre un empedrao o un bututo. "Carne con papas" es de lo mejor que he visto en estas lides sin àrbitros ni pesos ni medidas, sino puro coraje.
Esta mañana, en el cruce de la calle Vargas con la calle Santos Michelena, me pareció que habrìa boxeo del bueno. Uno que llamaremos "el flaco" y otro que nombraremos "el moreno" tuvieron una!buena excusa para medirse: el amor de una dama. ! Màs nada !. Todo estaba servido: casi la misma contextura, peso y estatura. Es justo reconocer que "el flaco" andaba en desventaja, porque "el moreno" detentaba la compañìa del motivo de la confrontaciòn.
"El flaco" no andaba con el bailecito que la mayorìa de las veces precede al ataque, no, amagaba parado y zas zas se lanzaba dos pasos que en otros tiempos debieron ser muy rìtmicos y descargaba su  uan-tu (one two) con un pequeño gancho de izquierda que se quedò en el aire dos veces y uno de derecha que llegaba sin fuerza al objetivo. En estos tiempos hay una expresiòn muy manida en estos casos: "màs duro muerde una vieja".
"El moreno", en cambio, era pura furia y aun desordenado impactò dos veces el rostro de su contrincante con un recto por cada avance de su contrario. Asì las cosas, ìbamos bien para màs acciòn, pero se interpuso el perrocalentero, pues la pelea amenazaba con voltear las salchichas que ya chorreaban su grasa en la parrilla.
"El Flaco"  se molestò por esa actitud que le impedìa cobrarse los golpes que recibiò pero fue asì como viò un vaso que ya cambiarìa el formato de buena pelea por agresiòn con arma blanca. El vaso resultò de ser de plàstico (ya el cartòn entrò en desuso) y ya no tiene sentido el "¿me vas a cortar con ese vaso e cartòn?"
"El flaco" se trastocò y le lanzò patada en el trasero al perrocalentero y arrancò a correr por la calle. Menuda equivocación.
El hombre y su ayudante se lanzaron a perseguirlo, pero se interpuso un peatón que creyó era un atracador, quien le dio una zancadilla. El flaco cayó de platanazo y su cabeza quedó bajo la rueda un autobús, quien no lo aplastó de milagro.  Lo demás se lo imaginan ustedes.
Hasta las peleas callejeras se han devaluado.

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