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Mostrando entradas de octubre, 2009

Super machos venezolanos.

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Dentro del género de los super machos venezolanos, así identificados por ellos mismos, los camioneros y conductores de busetas parecen ser los más fieles exponentes. Por toda Venezuela puede observarse en los vidrios de las unidades que conducen, expresiones, frases y hasta simples palabras alusivas a sus alegadas cualidades. De tantas que he visto, siempre he tenido como la más expresiva, una buseta que circula entre Morón y Tucacas, en la que puede leerse en el vidrio trasero "El papi de todas". ! Arrechísimo ¡ Ayer 27 octubre me tocó ver en la Avenida Aragua de Maracay este ejemplar, que bien pudiera quitarle el título al anterior. Nada más ni nada menos que "El Castigador". Aunque tal vez no sea por eso que estamos imaginando que lo llamen "El Castigador", sino porque el hombre transporta y comercia nada menos que agua. Algo que está escaseando y escaseará más. Tenerla, en verdad, es un lujo y quien como "El Castigador" la posee en abundancia

La poesía futurista del poeta de La Palmita.

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Nosotros lo bautizamos como el poeta de La Palmita. Lo conocimos en ese sitio que aparece en la foto, ubicado en la carretera Capadare-Mirimire del Estado Falcón. Era un obrero de Venepal, allá en Morón, quien al salir de su trabajo los viernes en la tarde, agarraba el primer autobús que pasara, llegaba su casa, se cambiaba y se iba con su gigantesco perro al bar de La Palmita, a meterse unas elodias (birras, espumosas, etc.) Lo único que cargaba encima además de lo natural, eran unas hojitas de papel con líneas o cuadriculadas, donde bajo los efluvios del alcohol estaban unas cuantas poesías de su propia inpiración. Una de ellas era de ese género, cuyo nombre ignoro, que empezaba por "Amor es..." y luego venía el rellenito; repetía otra vez "Amor es..." y otro rellenito. Esta era de amor, un intento desesperado por expresarle a su amada compañera de vida sentimental algo apropiado, pero no exento de las necesiddes terrenales. En medio de la poesía decía: " Am

El "marronismo": Una anécdota del deporte.

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Es una expresión común, sobretodo cuando ya uno le ha dado varias vueltas a la guaya del kilometraje, decir u oir " ya a mi se me agotó la capacidad de sorpresa..." ó " no hay vaina que yo no haya visto..." Bueno, les traigo hoy una anécdota de algo que viví hace más de treinta años, cosas que nunca pasan de moda. Resulta que la tarde de un domingo, a eso de las 5 , entro al famoso stadium municipal "Julio Bracho" de Maracay para ver un partido de fútbol entre dos conocidos clubes de la localidad. Llegué tarde y ya estaba terminando el segundo tiempo. Al acercarme a la línea de cal, veo al puntero izquierdo, gran amigo mío y también abogado, que volaba con su gran habilidad con el balón en los pies, rumbo al arco contrario. Hasta ahora nada extraño, eso era lo que tenía que hacer. Pero cuando se va acercando peligrosamente, el dueño del equipo empieza a gritarle que ya está bueno, que no siga metiendo goles, que ya va a terminar el partido. Pero mi amigo,

En memoria de un Registrador.

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El Dr. Héctor Alfaro Ortiz, fallecido hace apenas dos días, gran amigo y buen ciudadano, es el protagonista de esta anécdota, la cual quiero recordar en homenaje a su enorme fibra de jodedor, de la cual hizo alarde durante muchos años. Por allá por los mediados de los años 1970, nuestro amigo se desempeñaba como Registrador Subalterno del entonces Distrito Girardot (Maracay) , en una oficina que quedaba en lo que es hoy día la Torre Cosmopolitan, oficio este que desempeñaba con absoluta pulcritud y dedicación. Alfaro Ortiz era gran jugador de dominó, diversión a la que dedicaba buena parte de sus horas libres. En cierta ocasión, se encontraban reunidos varios abogados jugando dominó y uno de ellos había estado trajinando todo el día en el registro a cargo del Dr. Alfaro para protocolizar un documento, ejercicio este en el que había estado a punto de perder la paciencia, en vista de las innumerables exigencias que el Registrador le hacía. Alfaro Ortiz se había ya hecho famoso en el gre