JODEDORES Y JODEDORAS DE TALLA
JODEDORES
Y JODEDORAS DE TALLA
Dos amigos se encuentran por
casualidad en las playas de Cata. No había nadie puesto que era un día
laborable; uno de ellos había ido allí a relajarse después de una discusión con
su esposa.
Uno sacó una botella de güisqui para
festejar el encuentro y el otro unos buenos sánduches con todos los hierros.
Apenas empezaban su pequeño festejo
cuando uno de ellos divisó que venían unas tres mujeres nada agraciadas y
regordetas que reconoció como sus amigas. Súbitamente le dijo al otro “amigo,
escondamos la caña y la comida que allí vienen fulana, fulanita y perenceja,
las tres gordas feas amigas nuestras que beben como unos cosacos y comen como
unos romanos”. Así hicieron.
Las mujeres se pararon, los saludaron y se marcharon a un
toldo lo suficientemente distante como para
que sus amigos no las vieran.
Pasada una hora, hora y media a lo
más, que es el equivalente a la cuarta parte de la escocesa, el que había visto
a las gordas cuando venían dijo a su compañero “tú te pones a ver bien la
vaina, esas tipas no son tan feas ni tan gordas” (y después hay gente que se
niega a creer que la caña es milagrosa”; así que, se pusieron de acuerdo en
llamarlas para que vinieran a compartir. Jodedorcitos los muchachos ¿no?
Instaladas las gordas con sus amigas y
con los amigos, una de ellas tomó palabra (y después también la caña) y le dijo
a los varones: “nosotros nos dimos cuenta que ustedes escondieron todo cuando
nos vieron y sabíamos que con dos o tres palos encima nos verían como reinas de
belleza, bueno, aquí estamos, a divertirnos, ¡no me jodan…!”
Jodedorcitas las gorditas ¿no?
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