MÁS CLARO NO CANTA UN GALLO.
MÁS CLARO NO CANTA UN GALLO.
Todos los altos dirigentes políticos partidarios de participar en las elecciones del domingo 15 de octubre, sabían antes de esa fecha que esas elecciones eran inútiles.
Pero, obviamente, no lo podían decir. Y debían abogar por ellas.
Los abstencionistas más sensatos no alcanzaron a entender el mensaje. Obviamente, los cabezas calientes ni siquiera pensaron.
De lo que se trataba era de participar y nada más. Se sabía que los gobernadores electos de oposición no gobernarían, pues ellos no se someterían a la Asamblea Nacional Constituyente y aunque no se les exigiese eso, igualmente los despojarían de funciones y recursos.
Si no se participaba, el gobierno ganaría todas las gobernaciones y podrían alegar ante el mundo entero que la oposición que tanto luchó por elecciones, abandonó el camino y caso cerrado.
Pero participando y obteniendo un gran número de gobernaciones, se daría posteriormente el golpe contra los elegidos y se consumaría, con gran evidencia ante el mundo, que ya no hay ni siquiera un indicio de democracia.
Esto lo discutimos muchas personas y todas estuvimos contestes en lo dicho precedentemente.
Los abstencionistas no entendieron esa jugada de oro.
Sin embargo, a pesar de que los resultados no fueron abrumadoramente buenos para la oposición, fueron lo suficientemente tales como para llegar al mismo resultado.
Es decir, ha muerto definitivamente la alternabilidad democrática y las elecciones como manera de decidir el destino de nuestra nación.
Eso era lo único que se perseguía. Por ninguna cabeza sensata pasó que los gobernadores de oposición, uno o veintitrés, asumirían sus cargos sin problema alguno y gobernarían según sus habilidades y destrezas.
¿ahora sí entendieron?
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