En memoria de un Registrador.


El Dr. Héctor Alfaro Ortiz, fallecido hace apenas dos días, gran amigo y buen ciudadano, es el protagonista de esta anécdota, la cual quiero recordar en homenaje a su enorme fibra de jodedor, de la cual hizo alarde durante muchos años.
Por allá por los mediados de los años 1970, nuestro amigo se desempeñaba como Registrador Subalterno del entonces Distrito Girardot (Maracay) , en una oficina que quedaba en lo que es hoy día la Torre Cosmopolitan, oficio este que desempeñaba con absoluta pulcritud y dedicación.
Alfaro Ortiz era gran jugador de dominó, diversión a la que dedicaba buena parte de sus horas libres.
En cierta ocasión, se encontraban reunidos varios abogados jugando dominó y uno de ellos había estado trajinando todo el día en el registro a cargo del Dr. Alfaro para protocolizar un documento, ejercicio este en el que había estado a punto de perder la paciencia, en vista de las innumerables exigencias que el Registrador le hacía.
Alfaro Ortiz se había ya hecho famoso en el gremio por su rigidez, la cual llevaba hasta el más mínimo detalle.
En un cierto momento, se presenta otro abogado que no conocía al Registrador y entonces se lo presenta nuestro exhausto amigo:
.- “Colega, conozca al Dr. Alfaro Calatrava” , a lo que el Registrador le responde en forma decente pero enérgica:
.- Yo no soy ningún Alfaro Calatrava – a la par que estrechaba la mano del recién llegado – soy Alfaro Ortiz, Ortiz, - dijo haciendo énfasis en su segundo apellido y agregó – Alfaro Calatrava es un personaje de la historia venezolana.
El colega presentante tomó la palabra y aclaró:
.- Un momentico, yo no dije Alfaro Calatrava, dije Alfaro Cada Traba, por las tantas trabas que le pones a uno para registrar un documento.

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