ABOGADOS: EN MEDIO DE LA INMUNDICIA HUMANA.

Una película norteamericana (de esas que raras veces son muy buenas), la cual recomiendan a estudiantes de Derecho, narra la historia de un litigio entre el abogado de un joven con cáncer avanzado y una poderosa compañía de seguros que se niega a cubrir un transplante de médula ósea para salvar la vida del joven.
El joven muere durante el curso del juicio por la falta del transplante y su madre gana una indemnización millonaria, la que tampoco puede cobrar, pues la compañía quiebra debido a la cantidad de demandas que por situaciones más o menos similares intentan contra ella.
Al final, el abogado que en solitario debió enfrentar a un poderoso bufete, obteniendo una victoria inútil, se pregunta de qué le sirve su profesión, si no pudo salvar esa vida ante la arrogancia y poder de seres insensatos. Reflexiona que tal vez es mejor tratar de enseñar las leyes pero no de buscar justicia con ellas.
! Craso error !
Los abogados, más que cualquier otra profesión, vivimos muchas veces (léase bien "muchas veces") en medio de las bajezas, las miserias y la inmundicia de la condición humana.
Los litigios crecen en la medida que estas aumentan. Si la sensatez creciera, los litigios disminuirían.
No podemos renunciar a luchar contra el poder, la codicia, las deshumanización, la ventaja, la corrupción, por el hecho de llevar al arranque menos probabilidades de vencer.
Aún con todo lo que vivimos, mucha justicia se obtiene.
Tal vez nos sentimos perdidos porque ponemos punto final en el desenlace amargo de una causa, pero no continuamos observando y constatamos que algo bueno ha quedado, que también hay desenlaces buenos, que la lucha continúa, que el tiempo también hace justicia. Eso hay que hacerlo.
El bien y sus pastores siguen triunfando, a pesar de todo.
La Humanidad se reivindica siempre o continúa sin desmayo en ese objetivo.

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