LA MADRE TERESA DE CALCUTA EN YARACUY, VENEZUELA.


 Son aproximadamente las 5 de la tarde del sábado 7 de septiembre de este año 2013 y estoy en San Pablo, Estado Yaracuy, celebrando el cumpleaños de un amigo. De pronto, no sé cómo, salen a relucir los viajes que por esas tierras hizo la madre Teresa de Calcuta, cumpliendo su conocida obra misionera. Nunca había oído hablar de eso.
Es ahora el sábado 14 del mismo mes y año; esta vez estoy en Barquisimeto en una reunión familiar, donde hay varias personas de avanzada edad cuyas vidas transcurrieron en buena parte en el Estado Yaracuy. Les pregunto si supieron que la Madre Teresa de Calcuta había estado en esas tierras y apenas uno de ellos me dijo que era cierto, que ello había sido en Cocorote, población muy cercana a San Felipe, la capital del Estado. Los demás, sorprendidos, expresaron que tratarían de averiguar algo al respecto.
No pude esperar mucho tiempo y es así como nos trasladamos el jueves 19 del mes de septiembre 2013 a la población de Cocorote y orientados por algunos parroquianos llegamos a una iglesia y de allí nos envían a una casa que es sede de las Misioneras de la Caridad.
En la puerta un aviso señala que los días de oración son de lunes a viernes, salvo el jueves, lo que nos causó desesperanza en nuestro propósito. Toco la puerta y por una ventanilla se asoma una religiosa, quien luego resultó ser la madre María Martínez. Luego de advertirnos que ese día no era posible atendernos, le pido que nos permitiera pasar unos diez minutos y preguntarle algunas cosas sobre la madre Teresa de Calcuta. Lo consultó y vino a respondernos que harían una excepción, pues en ese momento estaban en sus oraciones.
Atravesamos una pequeña capilla con sus bancos y pasamos a un pequeño salón donde en un armario de vidrio están documentos personales de la madre Teresa de Calcuta, sus sábanas y otros objetos personales, todo ello hermosamente guardado y conservado. Se nos permiten unas fotografías.
Volvemos luego a la capilla y allí está la efigie de la madre Teresa, luego a su lado una pequeña vitrina con otras pertenencias de la madre y un recipiente donde se guardan cabellos suyos, todo ello celosamente muy pulcro y conservado. Al otro extremo un mural con fotos de la madre en su juventud, fotos de sus padres y hermanos, más unos textos que explican todo eso.
La Madre Teresa de Calcuta estuvo allí varias veces, donde pasaba periodos de una semana o algo más, volvía con frecuencia y peregrinaba por pueblos vecinos ayudando a las personas necesitadas, particularmente en 1965.
La madre Rosario, la superiora de la Congregación, de 82 años no podía recibirnos, descansaba, pero se nos indica que podemos volver otro día a hablar con ella. Ella estuvo allí todas las veces que vino la madre Teresa y compartió con ella muchas vivencias.
La madre María nos invita a hacer algo por difundir los postulados de la madre Teresa, recordándonos que ella pregonaba que para hacer grandes obras no era necesario hacer cosas extraordinarias sino aquellas pequeñas, todos los días, muchas veces, con amor. Eso era todo.
En ese lugar, la madre Teresa fue abnegada curadora de enfermos, los acompañaba, aseaba y daba de comer. Con el amor eso era posible, expresaba.
Cada  hombre – dice que solía decir – puede tener algo de santidad, por el solo hecho de hacer cosas de bien, con humildad y con amor.
Por supuesto que sus viajes, su presencia – igual que hacen ahora las misioneras más jóvenes – era todo bajo la más absoluta reserva, orientada esa actitud por la austeridad, la humildad y el solo deseo de servir sin llamar la atención.
El recuerdo de la madre Teresa en las misioneras, con la madre Rosario a la cabeza, aún a sabiendas de todo lo extraordinario que hizo por el mundo entero, es un recuerdo pleno de sencillez, de amor y de ejemplo, profundo y sencillo, esperanzador más que nada.
En las fotos que acompaño se pueden apreciar algunas de las cosas expresadas.
Les pido que vayan allí, las visiten, las estimulemos y le hagamos sentir que con personas como ellas el mundo tiene mucho sentido, mucha esperanza. Para nosotros ha sido una experiencia maravillosa constatar esa abnegación y estar en aquel lugar.








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