LA MADRE TERESA DE CALCUTA EN YARACUY, VENEZUELA.
Es
ahora el sábado 14 del mismo mes y año; esta vez estoy en Barquisimeto en una
reunión familiar, donde hay varias personas de avanzada edad cuyas vidas
transcurrieron en buena parte en el Estado Yaracuy. Les pregunto si supieron
que la Madre Teresa de Calcuta había estado en esas tierras y apenas uno de
ellos me dijo que era cierto, que ello había sido en Cocorote, población muy
cercana a San Felipe, la capital del Estado. Los demás, sorprendidos,
expresaron que tratarían de averiguar algo al respecto.
No
pude esperar mucho tiempo y es así como nos trasladamos el jueves 19 del mes de
septiembre 2013 a la población de Cocorote y orientados por algunos parroquianos
llegamos a una iglesia y de allí nos envían a una casa que es sede de las Misioneras
de la Caridad.
En
la puerta un aviso señala que los días de oración son de lunes a viernes, salvo
el jueves, lo que nos causó desesperanza en nuestro propósito. Toco la puerta y por
una ventanilla se asoma una religiosa, quien luego resultó ser la madre María
Martínez. Luego de advertirnos que ese día no era posible atendernos, le pido que nos permitiera pasar unos diez minutos y preguntarle algunas cosas sobre la
madre Teresa de Calcuta. Lo consultó y vino a respondernos que harían una
excepción, pues en ese momento estaban en sus oraciones.
Atravesamos una pequeña capilla con sus bancos y pasamos a un pequeño salón donde en un
armario de vidrio están documentos personales de la madre Teresa de Calcuta,
sus sábanas y otros objetos personales, todo ello hermosamente guardado y
conservado. Se nos permiten unas fotografías.
Volvemos
luego a la capilla y allí está la efigie de la madre Teresa, luego a su lado
una pequeña vitrina con otras pertenencias de la madre y un recipiente donde se
guardan cabellos suyos, todo ello celosamente muy pulcro y conservado. Al otro
extremo un mural con fotos de la madre en su juventud, fotos de sus padres y
hermanos, más unos textos que explican todo eso.
La
Madre Teresa de Calcuta estuvo allí varias veces, donde pasaba periodos de una
semana o algo más, volvía con frecuencia y peregrinaba por pueblos vecinos
ayudando a las personas necesitadas, particularmente en 1965.
La
madre Rosario, la superiora de la Congregación, de 82 años no podía recibirnos,
descansaba, pero se nos indica que podemos volver otro día a hablar con ella. Ella
estuvo allí todas las veces que vino la madre Teresa y compartió con ella
muchas vivencias.
La madre María nos invita a hacer algo por difundir los postulados de la madre Teresa,
recordándonos que ella pregonaba que para hacer grandes obras no era necesario
hacer cosas extraordinarias sino aquellas pequeñas, todos los días, muchas
veces, con amor. Eso era todo.
En
ese lugar, la madre Teresa fue abnegada curadora de enfermos, los acompañaba,
aseaba y daba de comer. Con el amor eso era posible, expresaba.
Cada hombre – dice que solía decir – puede tener
algo de santidad, por el solo hecho de hacer cosas de bien, con humildad y con
amor.
Por
supuesto que sus viajes, su presencia – igual que hacen ahora las misioneras
más jóvenes – era todo bajo la más absoluta reserva, orientada esa actitud por
la austeridad, la humildad y el solo deseo de servir sin llamar la atención.
El
recuerdo de la madre Teresa en las misioneras, con la madre Rosario a la
cabeza, aún a sabiendas de todo lo extraordinario que hizo por el mundo entero,
es un recuerdo pleno de sencillez, de amor y de ejemplo, profundo y sencillo, esperanzador más que
nada.
En
las fotos que acompaño se pueden apreciar algunas de las cosas expresadas.
Les pido que vayan allí, las visiten, las estimulemos y le hagamos sentir que
con personas como ellas el mundo tiene mucho sentido, mucha esperanza. Para nosotros ha sido una experiencia maravillosa constatar esa abnegación y estar en aquel
lugar.
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