No quiero trabajar. (humor)



Por allá por 1967, en una casa de “El Paraíso” conversábamos varias personas sobre el trabajo y un tachirense, empleado público de muchos años, me dijo a título de gracia algo de una simpleza extraordinaria pero que jamás le he oído decir a otra persona: “Oiga Vicente, fíjese como será (en realidad dijo “jerá”) de malo trabajar que es la única vaina por la que le pagan a uno”.
Unos cuatro años atrás (hay gente que todavía dice “hará cosa de unos cuatro años atrás…”), vino a Venezuela un joven ruso, moscovita para ser más exacto, guiado por el único y verdadero motor que mueve la historia (nada de la “lucha de clases”) o en todo caso, el mayor motor, que era una sobrina mía que había conocido en París. Hay que ver los motores que se deben mover desde Moscú hasta Las Delicias, en Maracay.
El tipo resultó ser de muy buen humor. De cuánta cosa se me ocurría o se le ocurría establecíamos un diálogo – que los presentes seguían con mucha alegría – a través de señas, una que otra palabra en español que él medio entendía, (uno, por ejemplo, dice “casa, casa “y pone las manos como haciendo un techo), ninguna en ruso y una que otra en inglés.
Al él entender lo que le decía, soltaba tremendas carcajadas y se ponía colorado. Al final de la tarde en que conversamos por vez primera, le pregunté en qué trabajaba. Se paró en seco, puso cara de pésame y todavía hoy día no sé cómo entendí toda su larga respuesta, algo inequívoco, “¿trabajo?, no, eso no es conmigo – se daba toquecitos con el índice derecho en el pecho y con el de la otra mano hacía la seña de “no” -, decía “noooooo”, trabajo mata”¡Qué bravo este rusito ¡ ¿no?
Orlando es amigo, vecino y en un tiempo lo defendí judicialmente. Se las arregla de mil maneras para vivir bien. Creo que es capaz de conseguirte una entrada para el mejor concierto del año en La Scala de Milán o para el partido final de las grandes ligas. Y, por supuesto, aquí en su patio, es mucho lo que consigue con su labia (ahora la llaman también “muela”)
La señora Simona, otra vecina, famosa por su parquedad, alguna admiración debe sentir por el ingenio de Orlando para ganarse la vida sin tener que cumplir horarios ni hacer tantas tareas que otros hacen. Lo definió certeramente un día que se encontraba en la puerta de su casa y él pasó. Le dijo a un amigo, quien me lo contó: “Ese negrito es flojo, pero Dios le dio ciencia en la lengua”.

Comentarios

"PG" ha dicho que…
Fantastico! :-)

Entradas populares de este blog

COÑO DE TU MADRE

Muebles exóticos de Aragua.

Antigua Tabacalera Nacional, Maracay.