Otro cuento de corruptos. (humor)


INAUGURANDO UNA PLAZOLETA
Vicente Amengual Sosa
abogadova@yahoo.com

Unos amigos y vecinos construimos una plazoleta en un terreno vacío que estaba frente a nuestras casas. Con el aporte de todos se sembraron árboles, se hizo una parrillera con sus bancos, cerca parte de metal y parte de cardón, adornos, iluminación y una caminería empedrada.
Terminada la obra y aprovechando que era un sábado con todos los interesados presentes, nos propusimos no solamente celebrar el acontecimiento en la plazoleta misma, sino que, además, a uno de los tantos jodedores involucrados en la obra se le ocurrió inventar una inauguración oficial.
Uno de los vecinos, compadre mío, fue el encargado de abrir el acto, presentar a las personalidades invitadas, en fin, llevar a cabo con su micrófono (una polarcita vacía) todo el ceremonial.
Otro invitado al solemne acto – quien, por cierto era el único que no tenía casa allí y era en verdad un invitado – le correspondió el papel de autoridad responsable de la construcción de la obra, no sé si era nacional, estadal o municipal, que a estos efectos es lo mismo.
Mientras la ceremonia avanzaba los carbones se iban prendiendo y los escoceses fluían copiosamente. Y así llegó el momento final, en el que correspondían las palabras de la autoridad que cortaría la cinta, que para la ocasión era una ristra de chorizos carupaneros.
La autoridad invitada, verdaderamente calcada del fenotipo imperante en nuestro país, es decir, lentes oscuros, guayabera blanca y gorra con siglas de organismo público, expuso la finalidad de la obra, la calidad de la misma y todo ese montón de paja usual en estos actos, con un lenguaje ameno, propio de un jodedor de cinco estrellas.
Concluida la ceremonia, aún con el público congregado en el lugar del protocolo, el entrevistador – quizás ya un poco disoluto por los efectos etílicos – le comentó al flamante funcionario que algunos periódicos que lo adversaban estaban divulgando que había habido corrupción en ese contrato, que se había abultado con enormes comisiones ilícitas…
El funcionario no lo dejo concluir su exposición y lo interrumpió airadamente, agriando el rostro y enrojeciéndose de ira: “eso es una infamia, es una ofensa a mi dignidad y a mi reputación – el público se quedó en absoluto silencio, esperando el desenlace de esa reacción - ¡aquí lo único que se ha cobrado de comisión es el diez por ciento de ley ¡
¡Buen día ese! Plazoleta y fiesta, con jodedores de altura incluidos.

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