DIÀLOGO PARA LA TRANSACCIÒN

Este cuento lo he "echao" màs de una vez, pero se me ocurre hacerlo de nuevo, pues he visto esta mañana a un diputado ( o ex, no lo sè), hablando de la necesidad de un diàlogo gobierno-oposiciòn en Venezuela.
El hombre trata de parecer sincero en sus palabras, pero como quiera que èl sabe que eso es teòricamente imposible, entonces la conclusiòn a que debemos orientarnos es otra. La màs sana de ellas es la presunciòn de que el panorama se tornarà durìsimo y ha llegado el momento de agarrar oxìgeno. Creo que en sana polìtica esto es admisible, pues ese resultado en buena parte lo abonan las circunstancias y los adversarios, lo cual constituye la esencia de la vida social.
El gobierno, aunque no la practique o la practique mal o la practique bien a medias, se basa en una ideologìa que considera inalterable, no sujeta a revisiòn.
Particularmente, aun cuando no la comparto, entiendo perfectamente que sus postulados estàn establecidos de esa forma y que sus defensores deben defenderlos a ultranza.
Y quienes la profesan, son sinceros cuando expresan que jamàs la cambiaràn o negociaràn ni en lo general ni en sus puntos cardinales.
Tal como estàn planteadas las cosas en Venezuela, una transacciòn implicarìa grandes sacrificios de ambas partes, lo cual una de ellas no puede hacer en tèrminos lògicos y sinceros.
Por consiguiente, no puede haber un diàlogo, que en el fondo no es màs que una posibilidad de transacciòn, sobre materias en las que esos arreglos no caben, sencillamente porque una de las partes no puede hacerlo.


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