¿ FUTURAS ESTRELLAS DEL FÚTBOL O BÉISBOL VENEZOLANO ?
¿ FUTURAS ESTRELLAS DEL FÚTBOL O BÉISBOL VENEZOLANO ?
Arango, Cabrera, Concepción, Aparicio, Vega o Galarraga, como tantos grandes venezolanos de estos deportes, lograron ser estrellas no por sus entrenadores, sino más bien a pesar de ellos. Mi enésima convicción en esta materia deportiva la tengo esta mañana de hoy sábado, cuando veo jugar a unos chipilines.
Veo y oigo a los dos entrenadores de un equipo de béisbol y como ando trotando, paso también a ver a los del fútbol. Una y otra vez repito la experiencia.
Sin más nada que agregar, los insultan, los menosprecian, los ofenden, todo ello con caras rabiosas y gestos fatales. Públicamente les advierten sus errores, en lenguaje chabacano e hiriente. Pero todo el público es también entrenador y cada quien le dice cualquier canallada a cualquier muchacho. Los padres, ni se diga, no solamente toleran lo que los entrenadores de hecho y de derecho les dicen, sino que también les agregan algunas cosas aciditas.
El resultado emblemático de esta catástrofe nacional es la Vinotinto de mayores. Juegan acomplejados, sacando a relucir el pesado fardo que les dejaron en su infancia y adolescencia, cargados de miedo, inseguros, producto de esos entrenadores cagurrios.
En esto sí que debe intervenir el Estado y con marcada fortaleza. Se trata no solo del bien de las selecciones nacionales, sino de los recursos humanos de la Nación.
Pero quienes gobiernan no entienden de estas cosas, sino de burocracia y de contratos para construir o reparar obras, o de cosas por el mismo estilo.
La sub 17 de fútbol como que está probando a sacudirse esta penosa tradición deportiva nuestra.
Arango, Cabrera, Concepción, Aparicio, Vega o Galarraga, como tantos grandes venezolanos de estos deportes, lograron ser estrellas no por sus entrenadores, sino más bien a pesar de ellos. Mi enésima convicción en esta materia deportiva la tengo esta mañana de hoy sábado, cuando veo jugar a unos chipilines.
Veo y oigo a los dos entrenadores de un equipo de béisbol y como ando trotando, paso también a ver a los del fútbol. Una y otra vez repito la experiencia.
Sin más nada que agregar, los insultan, los menosprecian, los ofenden, todo ello con caras rabiosas y gestos fatales. Públicamente les advierten sus errores, en lenguaje chabacano e hiriente. Pero todo el público es también entrenador y cada quien le dice cualquier canallada a cualquier muchacho. Los padres, ni se diga, no solamente toleran lo que los entrenadores de hecho y de derecho les dicen, sino que también les agregan algunas cosas aciditas.
El resultado emblemático de esta catástrofe nacional es la Vinotinto de mayores. Juegan acomplejados, sacando a relucir el pesado fardo que les dejaron en su infancia y adolescencia, cargados de miedo, inseguros, producto de esos entrenadores cagurrios.
En esto sí que debe intervenir el Estado y con marcada fortaleza. Se trata no solo del bien de las selecciones nacionales, sino de los recursos humanos de la Nación.
Pero quienes gobiernan no entienden de estas cosas, sino de burocracia y de contratos para construir o reparar obras, o de cosas por el mismo estilo.
La sub 17 de fútbol como que está probando a sacudirse esta penosa tradición deportiva nuestra.
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