EL COMUNISMO (3)

El comunismo no avanza (ni avanzará) por una sola estrepitosa razón. El comunismo pretende cambiar la sociedad sin cambiar a la gente. Debe ser a la inversa.
Cuando los llamados comunistas, que en nada lo son ni lo parecen, llegan al poder por cualquier vía, dicen: “Llegó el momento de construir la sociedad nueva “y entonces dirigen sus pasos a arrancar de cuajo todo lo preexistente. La filosofía de esos dizque comunistas es cambiarlo todo, leyes, cultura, hábitos, comercio, justicia, educación, todo, absolutamente todo, sin un proceso creativo y de adaptación. Y como ese impacto no es aceptado o solo en parte, entonces se hace necesario acudir al instrumento que acaba con la utopía: la represión, el miedo y la extinción.
Allí mismo y en ese preciso instante comienza su ruina. Y es inexorable su fracaso.
En realidad, tal como anuncié antes al referirme a esta expresión, no es el comunismo el que fracasa, son sus malhadados ejecutores, sus ininteligentes cultores.
De acuerdo con las líneas precedentes ¿significa que siempre fracasará?
Ninguna sociedad ha intentado en construir en forma, de verdad, una sociedad con los principios máximos del comunismo que pudieran ser atractivos.
Hay otros que son igualmente letales en su contra, pero que trascienden estas notas: el desconocimiento del esfuerzo del hombre que se traduce en la propiedad privada, entre muchos otros.

¿Cuál será ese secreto?

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