EL BUEN CARÁCTER EN ESTOS TIEMPOS


Al igual que todo el mundo - creo yo que es así – hago siempre mis meditaciones y evaluaciones sobre lo que hago o dejo de hacer, lo que pienso, las metas, etc.
Y desde hace unos pocos años a este día de hoy, siento que he tenido una evolución positiva en el trato con los demás, sean estos familiares, amigos y personas relacionadas con quienes trabajo.
Aficionado por naturaleza a la discusión, la confrontación, la querella y afines (como suelen identificarse los sindicatos de cualquier cosa), como también por vocación, pues de otra manera mi oficio de abogado estaría en alto riesgo de no ser utilizado, siento, sin embargo, que me he vuelto pausado, comedido y ponderado.
“Son los años que ya me reclaman serenidad”, pienso, luego de lo cual aseguro que debe ser más bien por haber cultivado un adecuado espíritu del humor.
Una mañana de hace pocos días atrás me asalta una inquietud y al analizar todo lo que le concierne, llego a la conclusión que no es que he cambiado nada sino que he trasladado el objetivo de mis querellas a otros predios.
Y me estoy refiriendo a esta ciudadana en la cual escribo estas líneas, junto con su internet, mensajería, blogs y todo lo que es posible hacer con ella.
Le he mandado correos a una persona y quien se opone a su entrega es el mensajero, lo cual hace con una perorata en inglés. “mire amigo, yo escribo en español y mi amigo también, así que explíqueme en español porqué no se lo puede entregar.
La lista de peleas es infinita. Hay correos a los que les pongo todos los bloqueadores y los bichos ¡ni pendientes!, allí están con su tono burlón.
O uno está concentrado en un asunto y de repente se aparece la lotería que ya uno se ganó y nada más tiene que ir a cobrar. Tú le dices “no, gracias, cógete el premio para ti” pero la tipa te insiste vibrando y si la borras vuelve a aparecer.
Le comento a uno de mis hijos que de todos sus desplantes, el que más me arrecha es cuando pido algo y me responde que tengo una doble opción previa “sí” ó “no”. Supongamos que escojo “no” y la señora me dice que entonces no me puede complacer. “Entonces… - le digo – si es obligado que tengo que decir que “sí” ¿para qué carajo me preguntas con dos opciones?”
Bueno, pero no neguemos que estos conflictos son mejores. En fin de cuentas uno se pone de acuerdo con la computadora y todas sus aplicaciones, no quedan sinsabores y seguimos la vida en paz.

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