PAREJAS EN SITUACIONES ATÍPICAS
Ponerle título a esta narración es más difícil que escribirla y ya verán porqué. Voy a referirme al caso de esas parejas en las que uno de sus integrantes mantiene una relación afectiva con otra persona ajena a la misma. Esto parece la redacción de una norma legal.
Pensé en el título “Pareja en situaciones de excepción” pero antes que me aleguen que no se puede determinar hasta qué punto eso es excepcional, opté por este título.
Alguien podría decir que sea más directo y vaya a grano con el título “parejas con problemas de infidelidad” y más crudo todavía “parejas donde hay cachos”, pero no, de eso se trata, de cubrir todas las posibilidades.
Normalmente se piensa en los cuernos públicos y notorios. Un amigo me manda un correo que es muy elocuente: “por las noches entre la camaradería de la peonada se escuchaba decir que a “pelo de mono” (Luis) no le entraba el sombrero porque le estaba creciendo "la carama" (cachos del venado)”.
Más recientemente, aunque no sé su data, un primo me comentó lo jocoso que le pareció definir la infidelidad con aquello “fulano descubrió que le estaban soplando el bistec”.
Más inteligente me parece algo que le oí decir a un amigo campesino “parece que a perencejo le están comiendo el máis por la orilla”. Fíjese bien que no hay certeza del cacho, sino una mera sospecha. Porque si usted tiene un pilón de maíz, nadie le va a robar un poquito de arriba porque se cae todo. El ladrón agarra del que está a ras del suelo, en la orilla, que es difícil que se note. Además, siempre se rodará de arriba hacia abajo y todo queda igual.
Retomando lo del título, tiene que ser un nombre como ese o alguno mejor que usted, señor lector, me sugiera, porque puede que realmente no sea cacho ni infidelidad. Vea.
La señora Olga espera a su pareja para cenar a las siete de la noche. Son casi las nueve y no llega, entonces se preocupa, se angustia. “Sea lo que sea, él siempre llama”, dijo ya al borde. Hace una llamada telefónica para ubicarlo y no, no está. Marca otro teléfono y ahí le informan que, en efecto, se sintió mal y se quedó dormido.
La señora Olga recuperó el color y la serenidad, y se dispuso a comer tranquilamente con sus muchachos. Al igual que como también sucedía con ella, había llamado a las otras dos parejas de su esposo, y la que contactó de último la tranquilizó, que todo estaba bien, que no se preocupara. ¿Entonces?
Comentarios
Un fraternal abrazo.
Amigo
Danilo