UN ARROYO EN EL TORRENTE

Desde que se instaló en el país el presente gobierno, una avalancha sin precedentes de artículos de opinión, programas, entrevistas, libros, conversaciones, foros, etc, ha invadido todo espacio público posible. Casi todas las veces en que se hace el esfuerzo ello choca duramente con la realidad. Y nadie se pregunta por que ante estruendosas afirmaciones, denuncias y señalamientos, muchas veces con pruebas que exhiben sus autores (no pruebas en sentido judicial, sino un ordenamiento de evidencias que sería de investigar), nada acontece.
El argumento al cual se recurre con más insistencia es el de que los poderes públicos llamados a intervenir, cuando esos señalamientos envuelven hechos púnibles, es que esos poderes están controlados absolutamente por el gobierno. Cuando se se afirma,por otra parte, que tales o cuales conductas son contrarias a la Constitución , nada sucede. Lo mismo pasa cuando se habla de falta de diálogo, confrontación, discusión. En fin, podría pasarme el día entero haciendo consideraciones de lo que los adversarios del gobierno invocan como razón, derecho o expectativa y que no produce ningún resultado.
Finalmente, en el día de ayer, aparece en escenario un artículo de opinión a cargo de Eliides Rojas, diario El Universal, en el que se asoman algunas explicaciones de este fenómeno.
Las explicaciones del referido periodista son asumidas con dureza y algunas calificaciones subjetivas están más allá del objetivo ideológico, pero en esencia recogen lo que de seguidas expongo.
Esas afirmaciones  constituyen más bien el modo en qu el aparato gubernamental puede operar, más son consecuencias de una doctrina previa, absoltamente organizada y llevada a cabo con rigurosidad, como él mismo lo expresa.
Querrásmolo o no, toda expresión del gobierno, sus aliados, sus parlamentarios, dirigentes, articulistas , medios, etc, están ensamblados en un proyecto exclusivo y excluyente, por tanto no admite otra participación y de allí que esté cerrado a todo diálogo.
Depurando esa situación de elementos subjetivos, no sería ojetable que tuviesen el derecho a pensar de esa manera. Creen en eso y ya.
Frente a esa monolítica realidad , la acción adversaria no puede continuar en unos esquemas que no darán resultado y tiene que repetirse una y otra vez los dos párrafos anteriores. Como una tarea. Como un dogma.
Cuando se capitalice eso y se elabora una estrategia de acción absolutamente apegada a la Constitución y ello se difunda hasta elmás mínimo, rincón, otros tiempos vendrán.

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